La rutina es uno de los mayores enemigos de la creatividad. Todos, en términos generales, tendemos a realizar las cosas de la misma manera, debe estar todo en su lugar y nos sentimos muy perdidos si algo viola la rutina.
Pongamos un ejemplo, cuando salimos de casa y cogemos las llaves del coche, de forma mecánica extendemos la mano hacia la mesita de la entrada donde habitualmente las colocamos, pero ¿Qué ocurre cuando no está donde se supone? Ni siquiera nos molestamos en pensar, directamente gritamos “¿dónde están mis llaves?, no obtenemos la respuesta así que decimos ¿quizás las dejé en ese otro sitio…?, pero nada, tampoco están ahí, empieza a cundir el pánico… cuando de repente nos damos cuenta y decimos, “vamos a ver, pensemos un poco, ¿Cuándo fue la última vez que cogí el coche? ¿qué ropa llevaba puesta? ¿entré por la puerta de casa o la del garaje?… y empieza el proceso mental para dar con las llaves. No somos culpables, es nuestro cerebro que tiende a ser “vago”, a seguir sus procesos rutinarios.
Veamos otro ejemplo, las personas que habitualmente leen un periódico y se ven en la necesidad de comprar otro diferente, imaginemos que se agotó el suyo habitual. Al nuevo lector le supone una tremenda incomodidad, habituado a encontrar sus secciones favoritas en determinadas páginas, va a pretender encontrarlas en ese mismo sitio, nuestro cerebro vuelve a actuar de manera mecánica, por eso, cuando no están las secciones “donde tiene que estar” el lector se siente molesto, irritado. Es una buena oportunidad para nuestro cerebro, no saber dónde están nuestras secciones favoritas en el nuevo periódico supone repasar cada página atentamente, lo que nos permitirá conocer nuevas secciones, formas de presentar las noticias, las secciones o noticias destacadas, etc.
Veamos un último ejemplo, a la hora de tomar nuestro habitual café o aperitivo, seguro que vamos siempre al mismo sitio. Pero no solo eso, seguro que además intentamos sentarnos en el sitio de siempre o en el segundo sitio de siempre… Así es que no resulta extraño que en alguna ocasión el dueño del establecimiento decida montar una pequeña exposición de fotografías o cuadros parar ayudar a un amigo suyo, y nadie se percate de los cambios. Es tan mecánica nuestra forma de actuar dentro del establecimiento que “no nos enteramos de nada”. Por eso, se trata de que cambiéis de establecimiento, y si no podéis, procurar sentaros en sitios totalmente distintos cada día, y forzaros en mirar un detalle distinto del establecimiento cada día y examinarlo con curiosidad, más de uno se sorprenderá “¿eso ha estado ahí siempre?.
Tenemos que empezar a realizar ejercicios en nuestra vida diaria que fuerce a nuestro cerebro a no darlo todo por hecho y trabaje continuamente. Por eso, nuestra primera tanda de ejercicios tienen que ver con nuestro comportamiento diario, qué podemos hacer para que nuestra mente esté abierta y capte todos los estímulos exteriores: olores, colores, sensaciones múltiples que se nos escapan a diario.
No seamos rutinarios y realicemos, por ejemplo, los siguientes ejercicios:
- Tomemos una ruta diferente para ir al trabajo, al colegio o regresar a casa.
- Escuchemos una emisora de radio diferente.
- Leamos un periódico distinto:
- Intentemos cocinar recetas distintas.
- Cambiemos nuestros hábitos de ocio.
- Bebamos té en vez de café o café en vez de té.
- Romper la rutina en nuestra cafetería o bar:
- Aventúrate a entrar en establecimientos que nunca has estado porque no hayas tenido ni la necesidad ni la oportunidad, por ejemplo, una parafarmacia, una tienda de lencería, una tienda de objetos religiosos, etc. Mira con atención como tiene colocados los estantes, la disposición de la mercancía, los muestrarios, la presentación de las ofertas, etc.
- Cambiemos la orientación de la cama, del escritorio, del sofá, etc.
En definitiva, hagamos que nuestro cerebro se sienta incómodo ante las “nuevas” circunstancias y trabaje un poquito. Practicad este ejercicio todo lo que podáis y notaréis el cambio al cabo de unos meses.
¿Puedo Ser Creativo?
Las respuesta es un rotundo SÍ. La creatividad, afortunadamente, no está reservada solo a los pintores, escultores, escritores… sino que en el fondo todos somos creativos, muy a pesar de nuestro entorno social, laboral y educativo que siempre han infravalorado esta faceta nuestra y, por tanto, es una herramienta que hemos relegado u olvidado.
Aún así, seguimos siendo creativos aunque sea de forma inconsciente. Quién no ha recurrido, por ejemplo, a la llave con la que abrimos la puerta de casa para, a modo de serrucho, romper el dichoso nudo de la bolsa de plástico que pretendemos abrir, este es un ejemplo claro de aplicación del pensamiento creativo para resolver un pequeño pero incómodo problema.
Pero aquí, de lo que se trata, es transformar ese gesto de creatividad inconsciente en un proceso consciente para que podamos aplicarlo cuando se necesite.
Desde aquí vamos a proponeros una serie de ejercicios que ejerzan de facilitadores del pensamiento creativo, así como una serie de consejos y herramientas actitudinales que rompa los procesos rutinarios, principal enemigo de la creatividad.